Aproximadamente 415 millones de personas padecen rosácea en el mundo y aunque es una enfermedad muy común pocos reciben tratamiento. Los datos apuntan que es tres veces más frecuente en mujeres que en hombres y que normalmente los primeros síntomas aparecen entre los 30 y 50 años. Tiene una mayor prevalencia en las personas de tez clara. Pero, ¿qué es exactamente la rosácea?
La rosácea es una afección cutánea inflamatoria crónica que afecta, sobre todo, al rostro. Se caracteriza por periodos de remisión y periodos de empeoramiento de los signos y síntomas. Las zonas más afectadas suelen ser las mejillas, la nariz, la barbilla y la frente (aunque también puede llegar a afectar al cuello, espalda, orejas…). Normalmente empieza como un enrojecimiento o rubor sencillo que aparece y desaparece, pero con el tiempo puede resultar más persistente y visible.
Los principales síntomas de la rosácea son el enrojecimiento, la facilidad para ruborizarse, la piel sensible, la aparición de granitos y arañas vasculares (telangiectasias). En función del subtipo de rosácea, la enfermedad también puede generar rinofima (engrosamiento de la nariz) o incluso problemas oculares (párpados enrojecidos o hinchados y conjuntivitis).
Existen cuatro subtipos de rosácea:
- Subtipo 1: Rubefacción, enrojecimiento persistente y arañas vasculares
- Subtipo 2: Enrojecimiento de la piel, hinchazón y bultitos y granitos transitorios
- Subtipo3: Engrosamiento de la piel que a menudo afecta a la nariz
- Subtipo 4: Irritación ocular, ojos inyectados en sangre y sensación arenosa
Todos estos síntomas pueden aparecer como respuesta a ciertos desencadenantes como son: la ansiedad, la ingesta de algunos alimentos (sobre todo picantes) o fármacos, el alcohol, el viento, la exposición al sol, el estrés emocional, el clima cálido, etc. Aunque hay que apuntar que la causa exacta de la rosácea sigue sin conocerse. Las últimas teorías que se barajan sobre su origen son:
- Mal funcionamiento del sistema inmunitario
- Vasodilatación como consecuencia a una desregularización que afecta tanto a los nervios como a los vasos sanguíneo
Por todo ello, la clave para controlar la rosácea y evitar que los síntomas pasen de ser leves a ser severos es un diagnóstico precoz y un tratamiento personalizado.